En el corazón de África, no muy lejos de una carretera de tierra bien batida, hay un lago pequeño. Realmente es más una laguna que un lago. Se convierte en un bebedero para la vida salvage que vive en aquella área. Algunos peces viven en el estanque, a veces un cocodrilo o dos, y de vez en cuando un pequeño grupo de hipopótamos que allí encuentra alivio del sol abrasador de África.
El área que envuelve el lago
sirve de casa temporalmente para las mandas de impalas y para un pequeño grupo
de macacos-vervet, algunas veces llamados tambien macacos-verdes. Todos los
días los monos se reúnen alrededor del lago para atrapar insectos o coger hierba bien repleta de simientes que les gusta comer. Ellos tambien beben agua
de la laguna.
Entre los macacos jóvenes del
grupo hay uno couyo rostro es particularmente suave. Sus amigos lo llaman
Bochechas de Veludo. Algunos lo llaman Veludo. Otros lo llaman Bobhechas, pero
a él no le gusta que le llamen Bobhechas. El prefiere que le llamen Veludo. Y
es así como lo llama su madre
Hace mucho calor este dia en
particular. Aún estamos en el inicio de la trilla y el sol ja está bien
caliene. Veludo tiene sed. El piensa en el agua dulce del lago, pero decido no
ir a beber al lago. El lago es conocido por tener cocodrilos y no va a correr ningún riesgo. Decide lamer las
gotas de agua suspendidas en las hojas de las hierbas que crecen por allí. Esta
agua es muy fresca y limpia. Fue dejada en las hojas de las hierbas por las
fuertes lluvias de la noche anterior.
Y así Veludo satisface su sed
lamiendo el agua de la lluvia de las hojas de las hierbas. A cierta altura
percibe que unos de sus amigos se aproxima a él y decide sentarse detrás de él
por si cae algo. Pero Veludo conoce a este macaquito. Es su amigo y no le
importa. Está entretenido en beber las gostas del agua que le matan la sed. Con
gesto calmado su amigo se pone a su lado y con ternura empieza a alisar con sus
dedos su pelo lácio. Veludo se siente bien con estos gestos de ternura y
confianza.
Entonces, de repente, su amigo
se levanta de su lado y muerde a Veludo. No fue un mordisco feroz, pero si un
fuerte mordisco. Veludo se austa, grita e intenta liberarse de sos fauces con
dientes y uñas. Aterriza frente a su amigo y lo mira con aquellos ojos
espertos, penetrantes y bien abiertos. Una vez por este lado, con los ojos bien
abiertos, ve dos macacos en señal de agresión. Su amigo decide huir, porque
imagina que Veludo lo quería morder otra vez.
Veludo persigue a su amigo a
toda velocidad alrededor del lago, de un lado y de otro. Está a punto para
darle a su amigo un buen mordisco, pero no consigue apartarlo. Al final de esta
correria todos están de vuelta en el mismo punto de partida. Ambos están
cansados y ambos ahora tienen mucha más sed. Deciden sentarse pacíficamente entre
las hierbas, no muy lejos el uno del otro, y empiezan a matar su sed lamiendo
las gotas frescas que fueron dejados en las hojas tiernas de la hierbas por las
fuertes lluvias de la noche anterior.
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